Recién se estrenó la primera parte de la temporada final de la serie The Crown en Netflix (alerta de mini spoiler) y como es mi gusto culposo el maratonear series me dispuse a verla. En uno de los capítulos se ve a Diana que pasa unos días de descanso en el yate del millonario Dodi, sin embargo, parece que hay algo que no acaba de convencerle de esa situación y lo comenta con alguien – aquí no me queda claro si era su amiga o su terapeuta- quien le dice algo como “recuerda que eres adicta al drama, relacionarte con esa familia y ese hombre le agrega más drama a tu vida, tu no necesitas eso …” y le recomienda enfocarse en ella y en sus hijos.

Quién sabe si la princesa fuera “adicta al drama” (si es que eso es posible), sin embargo me queda claro que a veces tomamos decisiones y caminos que elevan el nivel de tensión a nuestra vida.

Busco en internet el significado de “drama” y entre lo que encontré mencionan lo siguiente:

“Obra de teatro o de cine en que prevalecen acciones y situaciones tensas y pasiones conflictivas”(RAE); “la obra realista por excelencia, dotada de personajes complejos y comunes enfrentados a situaciones límite en sus vidas” (Equipo Editorial Etecé); en la página significados.com dice “género literario caracterizado por la representación de acciones y situaciones humanas conflictivas” y también “por otro lado, como drama también puede designarse un suceso infeliz de la vida real, a tal punto que es capaz de conmover los ánimos”; en Wikipedia se lee “Como género cinematográfico, el drama plantea conflictos entre los personajes … los problemas están relacionados con la pasión o con problemas interiores … interpela a la sensibilidad del espectador … en el centro de un drama se presenta a uno o varios personajes que están en conflicto en un momento crucial de su vida…”

Nuestra vida no es una obra de teatro o un guion cinematográfico en el que de manera constante y permanente se presentan situaciones o momentos críticos, cruciales o conflictivos en los que tenemos que resolver problemas interiores o pasionales. ¿Hay de esos momentos en nuestra vida? Si, eventos desafortunados que a veces se presentan en cadena, pero, afortunadamente, no es así siempre.

Sin embargo, en lo cotidiano a veces, por razones que no vamos ahondar aquí, le “agregamos” una pizquita de “drama” a nuestros días, a las relaciones que tenemos, a la agenda que queremos cubrir, a las actividades que desempeñamos y vamos sometiéndonos a un estrés y agotamiento que no necesitamos (ya bastante tenemos con lo que traemos a cuestas).

Te propongo como ejercicio ocioso antes de tomar alguna decisión preguntarte: “esta decisión, ¿cuánta tensión y estrés extra me va a costar?”, “¿cuánto desgaste mental, físico y emocional le va a incrementar a la vida que llevo?”, “¿esto qué voy a decidir cuánto “drama” traerá a mi vida?”… así la cosa cambia, ¿verdad?

Sumar “drama” a nuestros días es como esa escena en la que vas en un auto a alta velocidad y sabes que te estamparas porque ves muy claramente que hay una pared y en vez de bajar la velocidad, detenerte y cambiar el rumbo, pones una canción intensa a todo volumen, enciendes un cigarrillo y aceleras a fondo.

Los efectos de sumar más tensión y eventos conflictivos a resolver a nuestra ya apretada agenda y desgastado organismo invariablemente nos llevarán a situaciones límite, a gastar los pocos recursos que tenemos y a desgastarnos inútilmente, diría el compositor mexicano Juan Gabriel “pero ¿qué necesidad?”.

Te pongo sobre la mesa varios ejemplos:

…te invita a salir una persona que claramente sabes desde el principio que no te conviene pero tus dudas de ir o no ir… ¿cuánto drama quieres incluir a tu vida saliendo con personas que no te van a aportar y además te van a desgastar emocionalmente? O sigues en una relación que claramente no va a ningún lado y ha dejado de ser nutricia… ¿Seguir con esa relación cuánto más enojo, angustia, tristezas y lágrimas van a aportar a tus días? …

… del menú hay varias opciones tentadoras pero tú estás tratando de cambiar tus hábitos de alimentación, sabes que si pides algo diferente después estarás lamentándote  y sintiéndote culpable por esa decisión… ¿con cuanto drama vas a aderezar esa decisión? …

… Sabes que te cuesta trabajo levantarte para hacer tus cosas y salir a tiempo para llegar puntualmente a tus compromisos, pero te “jala” el ver un capítulo más de la serie, o seguir en redes sociales o lo que sea, ¿con cuanto drama quieres lidiar en tu día por no llegar a tiempo a tus compromisos?

Podríamos preguntarnos, para clarificarnos si es necesario: ¿cuántas sesiones de terapia me costará salir de esto? ¿Cuántas lágrimas? ¿Cuántos días de “bajón”? ¿Cuánta tensión y estrés le sumará a mi vida? ¿Realmente necesito llevarme al límite?

Lo que necesitamos es cuidarnos y tratarnos con sabiduría y amor, tener presente que si algo atenta contra nuestra paz mental y estabilidad emocional vale la pena detenernos y dejarlo pasar de largo, observarnos como estamos experimentando las situaciones del día a día y conscientemente preguntarnos si acaso les estamos “echando algo” de más.

Incluir situaciones que nos generan más tensión o estrés aumenta la posibilidad de enfermarnos, nos agota emocionalmente y puede tener un impacto muy negativo en nuestra vida. Por decirlo de forma simplista, no vale la pena incluir más drama a tu vida, (lo que esté en tus manos) no te lleves al límite, no es necesario.

Y tú, ¿cuánto drama eres capaz de eliminar en tu vida?

Por Déborah Buiza

Especialista en Desarrollo Humano, con formación en la UNAM en las áreas de Ciencias de la Comunicación y Psicología, con experiencia en investigación, capacitación, psicoterapia, conducción de grupos, operación de proyectos sociales, desarrollo organizacional y clima laboral, seguimiento a programas institucionales, organización de eventos, makeup artist y mamá sin instructivo.