En tiempos de crisis e incertidumbre como el actual, la mentalidad del emprendedor puede ser el factor que incline la balanza hacia el éxito o el fracaso. En este sentido, los psicólogos identifican varios rasgos que pueden definir una mentalidad perdedora y una ganadora. Y, en esto, la principal diferencia se encuentra en la actitud con la que los emprendedores se enfrentan a los problemas.

Según explica la psicóloga Laura Moratalla en un artículo reciente, la mentalidad ganadora es la que “permite ver oportunidades donde otros ven dificultades”. En este sentido, la búsqueda de soluciones y la ausencia de miedo al fracaso son los principales rasgos que identifican a los emprendedores de éxito. Además, aprender de los errores y mantener la motivación a lo largo del tiempo también diferencia a estos profesionales de las personas que muestran una actitud perdedora.

En el lado contrario, los emprendedores con mentalidad perdedora suelen ser también los más cercanos al fracaso. Suelen dejarse llevar por las dificultades, se limitan por los pensamientos negativos y pierden la motivación en cuanto aparece un bache en el camino. “Estas personas se toman los errores como una señal inequívoca de que no pueden llevar a cabo aquello que desean”, explica Moratalla. “Al creer que no podemos llevar a cabo algo, nuestra forma de actuar irá en esa línea y no utilizaremos todos los recursos necesarios, obteniendo así un resultado negativo con respecto al objetivo, pero que concuerda con esa forma de afrontamiento que se ha puesto en marcha”, añade.

Las características de una mentalidad abocada al fracaso

La psicóloga recoge los principales rasgos de la mentalidad perdedora y predispuesta al fracaso. Aunque todos podemos haber caído en estos errores de actitud en algún momento, saber identificarlos y corregirlos a tiempo puede ser el factor diferencial que marque el destino de un proyecto emprendedor. En tiempos de incertidumbre como el actual, el pensamiento positivo es más importante que nunca.

En primer lugar, las personas con más predisposición al fracaso no suelen ponerse objetivos -o los abandonan al poco tiempo-; se centran más en los problemas que en las soluciones; y presentan una baja autoestima, así como una visión negativa del mundo y la sociedad. “Es posible que tras un pensamiento perdedor se esconda un miedo a la incertidumbre o a lo desconocido. Pero cuando su decisión de no plantearse objetivos parte de una actitud negativa hacia el cambio y no de una decisión firme de quedarse como está, puede suponer un problema”, explican los expertos.

Además, la mentalidad perdedora también suele contagiar a las personas que se sitúan alrededor, ayudando al fracaso de cualquier proyecto colectivo. Por otro lado, todos los rasgos pueden tener como origen una educación: o bien demasiado permisiva, con poca tolerancia a la frustración; o bien demasiado negativa, sin refuerzos que estimulen la autoestima y la confianza en uno mismo.

La mentalidad del emprendedor influye más de lo que se suele pensar en el éxito o el fracaso de un negocio. Prueba de ello son los estudios recientes, que demuestran cómo una actitud positiva frente a los problemas y las técnicas de mindfullnes reducen de forma considerable los genes que producen inflamaciones, mejorando la habilidad para recuperarse de situaciones estresantes.

Por galuvi

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