No todas las horas se crearon iguales. A veces una hora es suficiente para avanzar una buena parte de un proyecto masivo, y otras veces lo único que logras hacer es mandar un par de correos sin importancia.

La estrategia que te presentamos a continuación te ayudará a mejorar tu productividad en el trabajo:

Sigue el ritmo

Utiliza tus horas productivas cuándo te sientas alerta y emocionado para proyectos que involucren la resolución de problemas, pensamiento complejo y la toma de decisiones críticas.

Si trabajas en estas actividades cuando estás en tu mínimo de energía, tendrás que luchar en contra de tu aturdido cerebro y el proyecto tardará mucho más (¡sin mencionar que será más doloroso!).

Las tareas rutinarias, menos importantes y menos complejas se pueden hacer cuando no estés tan concentrado y comprometido. Aún si te sientes adormilado, puedes lograr sobrevivir a la reunión semanal (sólo mantén esos párpados abiertos).

Cuando sabes exactamente cuando tendrás el próximo repunte de energía, tienes una mayor certeza de que puedes y lograrás cumplir tus metas del día.

Adopta un enfoque sistemático

Aunque podrías guiarte según tu instinto y tus tendencias de búho nocturno/alondra para identificar cuáles son tus horas productivas, es mejor adoptar un enfoque sistemático.

Primero haz un registro de tu concentración, energía y motivación durante 3 semanas, tomando los datos a la misma hora todos los días para evitar sesgos.

Podrás ver las tendencias después de una semana de seguimiento, pero entre más información colectes, más confiables serán tus tendencias. Una ventaja adicional de mantener el registro por más tiempo es que, además de determinar tus horas productivas, también podrás determinar qué días de la semana serás capaz de mover montañas.

Después de dos o tres semanas tal vez veas las tendencias que te indicarán cuáles son tus días productivos.

Un diario para acumular conocimiento

Muchas veces verás que tu concentración, energía y motivación están altamente correlacionados, y eso tiene sentido. En algunas ocasiones, sin embargo, verás que esas métricas no van de la mano. Por ejemplo, tu energía está en 10, pero tienes problemas para concentrarte. Si es el caso, anota la razón de esta discrepancia – ¿tomaste demasiado café? (No te preocupes, todos hemos estado en la misma situación.)

Un cuaderno de notas está allí para apuntar esos conocimientos diariamente, como si fuera un mini diario laboral. Allí puedes escribir lo que lograste, lo que te motivó, y lo que representó un obstáculo. Si una tarea te parece especialmente difícil a cierta hora del día, anótalo – y luego prográmala en in intervalo de tiempo distinto.

Aprovecha tus resultados

Utiliza tus horas productivas cuidadosamente. Lo que quieres es resolver problemas, encontrar respuestas y tomar decisiones durante esas horas productivas. Escritura, procesos de pensamiento profundo y estrategias, todo eso es más fácil cuando estás concentrado y alerta. Estas actividades son más complicadas, así que vas a necesitar toda tu energía para poder salir victorioso.

Tanto como tu entorno laboral lo permita, protege tus horas productivas de las intrusiones y compromisos que no requieren de tu máximo poder cerebral.

Profundiza en estas preguntas: «¿Qué es lo que me hace ser más productivo? ¿Qué actividades, comida o incluso personas, son las que agotan mi energía?» Y luego aplica ese conocimiento, aunque eso signifique decirle adiós a ese pizza con doble queso y pepperoni para el almuerzo.

Y finalmente: aprende a trabajar en las horas adecuadas
Toma en cuenta que los mínimos de productividad son la manera natural en la que nuestro cuerpo nos está diciendo, «necesito un descanso». No esperes eliminar todas esas bajas de energía. Sin embargo, estar conscientes de esto y trabajar durante tus horas productivas hará que tu día sea más agradable y productivo.

Por un mundo en el que las horas sean las correctas y no las más largas.

Por galuvi

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