Cuando hablamos de microbiota, nos referimos a la comunidad de microorganismos vivos que residen en un lugar determinado. Entonces, cuando hablamos de la microbiota intestinal, hablamos de los microorganismos que viven en nuestro intestino. En otras palabras, los bichitos que necesitamos tener en nuestro intestino. Para que la microbiota pueda funcionar de manera correcta, necesitamos tener una gran variedad de especies diferentes en nuestro intestino.
Conforme va pasando el tiempo, estas diferentes especies pueden ir cambiando debido a nuestra alimentación, forma de vida, estrés, etc. El tener alteraciones en la microbiota puede tener una respuesta no favorable en nuestro bienestar, a estos cambios se les conoce como disbiosis. El decir que alguien padece de disbiosis quiere decir que la cantidad de bichos malos es mayor a la cantidad de bichos buenos que tenemos que tener en nuestro sistema. Este padecimiento se ha visto asociado con diferentes enfermedades como asma, enfermedades inflamatorias crónicas, obesidad e hígado graso no alcohólico.
La microbiota ya es considerada un órgano metabólico. Algunas de las funciones de la microbiota tienen que ver con: la nutrición de la persona, regular el sistema inmune y la respuesta de la inflamación de algún sistema en el cuerpo humano. Estas son unas de las razones por la cual es tan importante tener una microbiota sana, el intestino es conocido como el segundo cerebro, por lo que padecer de disbiosis puede desencadenar muchos problemas que a simple vista uno no pensaría que pudieran estar relacionados. Algunos de estos problemas pueden incluir inflamación constante, gas abundante, periodos de estreñimiento o diarrea, entre otros.
¿Qué podemos hacer para mantener una microbiota sana?
Principalmente, tener una alimentación balanceada, con una buena cantidad de proteína, carbohidratos y grasas de acuerdo a tu persona, gustos, estilo de vida, etc. Identificar si hay algún alimento que cause molestias o inflamación para así poder evitarlo o decidir comerlo de una forma más consciente. Una buena suplementación, donde se incluyan probióticos que tengan diferentes cepas y en una cantidad adecuada.
Como conclusión, el tener una microbiota sana es tan importante como comer de una manera balanceada, dormir bien y tener un buen manejo del estrés, al final todos estos puntos están relacionados unos con otros. Recordemos que lo que buscamos es tener un balance y un bienestar integral.