La depresión posparto se categoriza como “trastorno depresivo mayor de inicio en el periparto” (DSM-5), y aparece durante el embarazo o en las primeras cuatro semanas del posparto. Sus síntomas son los mismos que en una depresión clásica (aunque también suele haber síntomas relacionados con el bebé); la única diferencia es su momento de aparición (además de sus causas).

Es importante prestarle a este trastorno la atención que se merece, ya que según Mendoza y Saldivia (2015), la mayoría de mujeres afectadas por la depresión posparto puede tener síntomas durante seis meses, y 25 % de ellas durante un año si no reciben tratamiento.

Por otro lado, se ha hipotetizado mucho sobre el origen y las causas de la depresión posparto, aunque la opinión más aceptada es que se trata de un trastorno multicausal, en el que intervienen factores de diversa índole: emocionales, personales, relacionados con la imagen corporal y con la nueva realidad, etc.

En este artículo os traemos algunas de las razones más aceptadas que explican el por qué aparece este tipo de depresión. Como veremos, no hay una única explicación para este tipo de trastorno.

¿Por qué aparece la depresión posparto?

Según el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (ACOG), la depresión posparto aparece por la combinación de ciertos factores o variables. Algunas de las posibles razones son las siguientes:

Alteraciones en los cambios hormonales

Durante el embarazo y tras dar a luz, se producen una serie de cambios importantes en los niveles hormonales del cuerpo de la mujer. Estos cambios pueden ser muy bruscos, y podrían tener mucho que ver con la etiología de la depresión posparto.

De manera concreta, lo que sucede es que los niveles de estrógenos y progesterona disminuyen de forma brusca en las horas posteriores al parto. Más allá de con la depresión, los cambios hormonales también se han relacionado con alteraciones en el humor, tensión, irritabilidad… Esto lo vemos fácilmente durante el período menstrual, por ejemplo.

Fatiga

Según Rebolledo y Parada (2018), durante el posparto aparecen una serie de cambios físicos y psicosociales que hacen que en esta etapa la salud física y mental de las mujeres sea más vulnerable. Uno de ellos es la aparición de cambios en la calidad y cantidad de sueño nocturno, que originan, a su vez, una intensa fatiga en el posparto.

Así, la fatiga después de dar a luz podría ser otra posible explicación de por qué aparece la depresión posparto. Dicha fatiga puede durar semanas, y es un período en el que la mujer necesita recuperar fuerzas y energía. Por otro lado, si además la mujer ha dado a luz por cesárea, este proceso puede prolongarse aún más.

Factores emocionales

Tanto el período previo al embarazo (en búsqueda del bebé) como el propio embarazo y el posparto, son períodos de la vida altamente estresantes. Esto quiere decir que nuestras emociones pueden sufrir grandes altibajos, porque son épocas muy intensas en todos los sentidos. Tanto si la mujer buscaba ese bebé como si no, todo ello conlleva una alteración importante en su psique y en sus emociones, lo cual puede influir en el origen de la depresión posparto.

Por otro lado, si a ello se le suman situaciones complicadas, como dar a luz a un bebé prematuro, con problemas o dificultades, etc., todo esto puede afectar mucho al estado anímico y a la autoestima de los padres. En otras palabras, el embarazo da lugar a un cocktail molotov emocional que puede contribuir a provocar una depresión posparto.

Cambios físicos tras el parto

Los cambios físicos tras el parto también podrían estar relacionados con la etiología de este tipo de depresiones. Es una realidad. Después de parir, el cuerpo de la mujer cambia (como también lo ha hecho durante el embarazo): se suelen ganar kilos, aparecen estrías, el volumen del abdomen aumenta, etc.

Este nuevo cuerpo, si no es aceptado, puede acabar generando pensamientos negativos que influyan en nuestra autoestima. Además, puede producirse una distorsión de la imagen corporal que acabe contribuyendo a la aparición este tipo de depresión.

Antecedentes por depresión

Según Belloch et al. (2010), uno de los factores de vulnerabilidad a la depresión es tener una historia previa de depresión (es decir, ya haber sufrido algún episodio depresivo en el pasado). Esto ocurre de igual forma en la depresión posparto.

“La depresión viene sigilosamente, y muchas personas no se dan cuenta que llegó”. -Anónimo-

Otros factores de vulnerabilidad a la depresión posparto

Más allá de tener una historia previa de depresión, a esta se le suman también otros factores de vulnerabilidad que podrían predisponer a padecer una depresión posparto (o normal), y que son los siguientes (Belloch et al., 2020):

  • Ser mujer.
  • Tener entre 20-40 años.
  • Disponer de pocas (o inadecuadas) habilidades de afrontamiento.
  • Tener una alta sensibilidad a sucesos aversivos.
  • Tener pocos recursos psicológicos.
  • Tener una alta tendencia a la autoconciencia.
  • Tener baja autoestima.
  • Tener un bajo umbral de activación de esquemas depresógenos.
  • Tener dependencia interpersonal.
  • Tener hijos menores de 7 años.

Estilo de vida

Los factores que tienen que ver con el estilo de vida también podrían influir en el origen de la depresión posparto. Estos tienen que ver con: falta de apoyo (o bajo apoyo percibido) del entorno, eventos estresantes (por ejemplo la muerte reciente de un familiar), cambios importantes en la vida (por ejemplo el traslado a una nueva ciudad), etc.

Así, todos estos factores podrían predisponer a la mujer que acaba de dar a luz a desarrollar una depresión de este tipo.

Darle importancia a la depresión posparto

La depresión posparto es un problema muy serio, y más frecuente de lo que creemos, con una prevalencia mundial a lo largo de la vida de entre el 10 y el 20 %; dichos valores aumentan en madres adolescentes (26 %), según Mendoza y Saldivia (2015). Es por ello que dicho trastorno merece una atención especial (ya que puede afectar también al bebé), además de un tratamiento adaptado a las características particulares de cada caso.

Las intervenciones idealmente deberían ser multidisciplinares; abordarse el problema no solo desde la vertiente médica (con psicofármacos), sino también desde la psicológica.

A nivel psicológico, será conveniente trabajar con la mujer para que pueda afrontar y aceptar poco a poco esta nueva etapa de la vida que, aunque seguramente es muy bonita, también conlleva una reorganización de la realidad, al suponer importantes cambios en todos los aspectos de la vida.

Por ello, hablamos de un acontecimiento estresante (el embarazo y su etapa posterior) frente al que aprender a manejar este estrés y encontrar tiempo para una misma, cuidarse y darse espacio, serán aspectos clave.

Por galuvi

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