Pensar en la anterior normalidad es sinónimo de tristeza al recordar aquello que podía hacer y que tal vez ni siquiera valore debidamente. Distintos sentimientos, pensamientos, sensaciones y emociones me invaden al ver al mundo literalmente caer entre una pandemia, protestas, saqueos y otras adversidades.
¿Qué hago con el miedo que surge al ver esto? ¿O con la frustración de no poder hacer lo que antes? ¿Qué hago cuando el “ya weeeey“ no es suficiente? Me puedo enfocar en tomar el control de lo que sí está a mi alcance.
Vivir culpando al exterior de todo lo que sucede me genera estrés, ansiedad, irritabilidad y un sin fin más de reacciones que entorpecen mis relaciones con los demás, pero sobre todo conmigo mismo.
La respuesta está dentro. Abrir esta nueva puerta hacia mi interior me permite concentrarme en lo que sí puedo controlar: yo mismo.
En lugar de pelear contra algo inalcanzable y sufrir por no ganarle la batalla, dejo ir el apego por lo pasado (y cómo eran las cosas) y enfoco mi energía en un reconocimiento de emociones internas, en una clasificación actualizada de sensaciones y hasta un nuevo etiquetado de sentimientos.
Lograr un bienestar desde el interior requiere que actúe de forma distinta y haga uso de nuevas llaves que puedo encontrar en prácticas como la meditación o el yoga. Estar conmigo pudiera parecer escalofriante si solo me detengo a suponer lo que hay detrás de la puerta. Mejor me atrevo a abrirla.
En vez de asustarme, lo que necesito es aprender a adaptarme a las nuevas condiciones, a tener absoluta claridad.
No tengo que manejar la situación, me tengo que manejar a mí en la situación.