La felicidad es un estado anhelado por muchos, pero ¿alguna vez te has preguntado por qué no puede ser eterna? La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha abordado esta pregunta desde una perspectiva neurológica, revelando los procesos neuroquímicos detrás de nuestra experiencia de felicidad y por qué no podemos mantenerla de manera constante.

El neurofisiólogo y académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, Eduardo Calixto, explica que la felicidad se debe a diferentes procesos neuroquímicos en nuestro cerebro. Uno de los neurotransmisores clave en esta experiencia es la dopamina, conocida como «la hormona del placer». Sin embargo, Calixto advierte que incluso la dopamina puede tener efectos negativos si se produce en exceso, ya que puede dañar las neuronas.

A medida que envejecemos, la producción de dopamina tiende a disminuir. A los 22 años experimentamos un pico de felicidad, pero después de esta edad, la cantidad de dopamina comienza a declinar gradualmente. A los 50 años, solo conservamos entre un 30% y un 40% de la dopamina que teníamos en nuestra juventud. Esto se traduce en una disminución en la frecuencia de risa y en la sensación general de felicidad a medida que envejecemos.

La felicidad es un fenómeno complejo y multifactorial que involucra diferentes regiones cerebrales y la interacción de diversas sustancias químicas. Además de la dopamina, la endorfina, el glutamato, la oxitocina y el óxido nítrico también juegan un papel importante en nuestra sensación de bienestar.

Calixto destaca que la felicidad también está determinada por factores genéticos y experiencias de vida. Durante la infancia y la adolescencia, se producen eventos que pueden dejar cicatrices neurológicas y afectar la capacidad de una persona para experimentar la felicidad en el futuro. Sin embargo, si somos conscientes de estos factores, podemos trabajar en ellos y buscar maneras de mejorar nuestra felicidad.

Es importante comprender que la felicidad no puede ser constante y que experimentamos diferentes estados de ánimo a lo largo de nuestras vidas. No es natural sentirse bien todo el tiempo, ya que la vida está llena de altibajos emocionales. Cada estado de ánimo tiene su propósito y nos ayuda de diversas maneras, y la felicidad se relaciona más con el bienestar general que con una constante sensación de alegría.

Entonces, ¿cómo podemos ser felices la mayor parte del tiempo? Según Calixto, aprender a despertar los detonantes de la felicidad puede ayudarnos a encontrar comodidad con lo que tenemos en lugar de obsesionarnos con buscar la felicidad constante. También es fundamental cuidar nuestra salud mental, reducir el estrés y adoptar hábitos saludables que promuevan la generación de neurotransmisores y hormonas relacionadas con la felicidad, como el ejercicio físico, la música, el contacto afectivo con seres queridos y disfrutar de actividades placenteras.

En resumen, la felicidad es un estado cambiante

y complejo que depende de diversos factores neuroquímicos, genéticos y experiencias de vida. Aunque no puede ser eterna, podemos encontrarla en diferentes momentos y aprender a cultivarla a través de prácticas que promuevan nuestro bienestar emocional y mental. La clave está en comprender que la felicidad no es un destino final, sino un viaje en el que debemos aceptar y apreciar cada estado de ánimo que experimentamos.

Por galuvi

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