Las personas traicioneras siempre andan buscando a sus próximas víctimas. Está en su forma de ser, en ese ADN con el que obtener provecho de la bondad ajena con el que lograr beneficios a costa de la confianza que otros depositan en ellas. Podríamos decir, efectivamente, que son como sagaces depredadores vistiendo pieles de cordero, escondiendo hábilmente sus zarpas y fauces.

A menudo, suele decirse que todos nos encontraremos en más de algún momento, a un lobo camuflándose entre el rebaño social de nuestros trabajos, círculos de amigos e incluso en el escenario familiar. Aparentan una dulce inocencia y es fácil caer en su influjo, en sus tácticas manipulativas bien calibradas y diseñadas para el sagaz engaño.

Nos encantaría, sin duda, ser como ese perro pastor capaz de detectar al lobo para proteger a las ovejas. Sin embargo, es imposible estar en una alerta constante, y pretenderlo puede producir un gran desgaste. Al fin y al cabo, lo natural en el ser humano es confiar en los demás, así que es de lo más comprensible no verlos venir. Por ello, estas sencillas claves pueden servirnos de ayuda y de alerta…

Tener claro cuáles son nuestros límites nos permitirá mantener fuera a esas personalidades intrusivas que buscan obtener un beneficio a costa de nosotros.

Chica con lobo simbolizando a las personas traicioneras
Debemos empezar a confiar mucho más en nuestros instintos para detectar personalidades peligrosas.

Cuidado, así se muestran las personas traicioneras

Las únicas personas que pueden traicionarte son aquellas en las que confías. Y ese acto, el de la traición, duele de manera profunda porque es un atentado al afecto, a la autoestima, a todo lo que dábamos por sentado e incluso a la propia integridad. Nos hace sentir falibles y hasta ingenuos, cuando en realidad el fallo por haber confiado no está en nosotros, sino en quien hace daño.

Una investigación de la Universidad de British Columbia incide en que estas vivencias pueden ser traumáticas. Así, la forma en que las personas traicioneras lanzan su ataque es, por lo general, mediante la deslealtad, la infidelidad, la deshonestidad o la traición. Los perpetradores, es decir, estos lobos con piel de cordero suelen aplicar una serie de dinámicas de comportamiento que son fáciles de detectar. Y tengámoslo claro, estas presencias pueden estar en nuestros trabajos, en nuestro círculo de amigos y hasta en esa persona que empieza a atraernos.

Las personas traicioneras siempre aparecen con su aura de amabilidad. Actúan como nuestros salvadores, pero tienen intereses ocultos.

1. Alaban tu inteligencia, pero están robándote las ideas

Esta realidad es muy común en el ámbito del trabajo. A menudo, solemos tener casi siempre a nuestro alrededor a ese compañero amable y atento que alaba de forma constante nuestro ingenio, inteligencia y creatividad.

Cuidado, porque a la mínima puede quedarse con nuestras ideas y las expone ante la empresa como suyas. ¿Te ha pasado alguna vez?

2. Se abren emocionalmente demasiado rápido

Las personas traicioneras no pierden el tiempo. Uno de sus objetivos es lograr ganarse nuestra confianza cuanto antes y, para ello, tienen una táctica eficaz. No dudan en revelarnos sus problemas y necesidades más profundas. Nos dicen que intuyen que nosotros somos de fiar, que tenemos algo especial que les permite abrirse con nosotros al instante.

Nos cuentan cada área de su vida casi en detalle. Nosotros damos veracidad a todo lo que nos dicen, sin imaginar que una parte de lo revelado es falso. Sus historias siempre tienen agujeros. Sin embargo, esa apertura emocional hace que empecemos a confiar en ellos igual de rápido.

Tengámoslo claro, cuando alguien no duda en descargar todos sus problemas en nosotros y espera que también nosotros le confiemos los nuestros, es una clara bandera roja.

3. Evidencian pequeñas reacciones inesperadas cargadas de agresividad

Los lobos con piel de cordero atraen, hechizan con su amabilidad y aparente bondad. Sin embargo, esa apariencia no se mantiene de forma constante. Siempre suceden pequeños incidentes con los que asoman sus fauces, sus amenazantes pezuñas.

De pronto, un día pueden sentirse molestos por cualquier insignificancia. No haber respondido un mensaje, no haberlos defendido (según ellos) ante los demás… Sus enfados son infantiles e inmaduros, pudiendo optar por dejar de hablarnos durante un día o dos. Más tarde, aparecen con la misma efusividad y afecto que siempre…

4. Las personas traicioneras tratan mal a los demás

Puede que esa persona que acabas de conocer te deslumbre por su amabilidad y cercanía. Sin embargo, cuando pasas tiempo con ella te das cuenta de algo: es crítica con casi todo el mundo. Usa un tono burlesco y despectivo a la hora de hablar de sus exparejas o conocidos. Siempre ironiza con el comportamiento de los demás, pone motes y saca defectos a todo aquel que se le cruza por delante.

Esta actitud no solo carcome y agota psicológicamente, sino que además nos da una pista de su auténtica personalidad. Seguramente también nosotros seamos objeto de burla para esa persona.

Hombre aburrido pensando en las personas traicioneras
Un modo de descubrir a una persona traicionera es haciéndole muchas preguntas. Al final, notaremos sus contradicciones.

5. Hay incoherencias y contradicciones en sus discursos

El lobo con piel de cordero miente, embauca y tergiversa. Nos susurrará las verdades que deseemos escuchar para ganarse nuestra confianza. Por ello, un modo de descubrir a la personalidad dañina y falsa es haciendo muchas preguntas. Es así como descubriremos sus contradicciones, es así como veremos los vacíos en sus narrativas.

Por lo general, la persona traicionera siempre busca aparentar lo que no es para cautivar. Si somos observadores, inquisitivos y les planteamos sagaces cuestiones cuando menos se lo esperan, saldrá a la luz su falsedad. También la criatura interesada y peligrosa que hay detrás.

Por galuvi

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