Las dificultades a la hora de poner límites o incluso el desconocimiento sobre los límites personales es un tema con el cual me topo muchas veces en mi práctica profesional.

Sin embargo, es inevitable que pases por esta desagradable situación de tener que decir «no» en algún momento con tu pareja, tus hijos, en el trabajo o con amigos.

Por qué poner límites es tan importante

Tus límites personales son la base de tu salud mental, dado que sentir que tus límites son respetados te da un sentido de seguridad. Es importante que puedas estar segura/o de que, nadie te va a obligar hacer o sentir cosas que no deseas, así como es importante que te sientas segura/o en tu propia casa, donde nadie puede entrar sin pedir permiso. A su vez, tú nunca entrarías en la casa de nadie (aunque sea de mucha confianza) sin antes golpear la puerta y pedir permiso.

Los límites personales son como la puerta que nos protege y nos permite elegir a qué o a quién dejamos pasar, y así como tú tienes tus propios límites, es parte de tu responsabilidad respetar los límites de los demás y aceptar el “no” del otro también.

Un límite puede ser algo tan sencillo como que no quieres llenar una encuesta mientras estás haciendo compras en el supermercado, no quieres escuchar una llamada de venta que se realiza a tu teléfono personal, pues tienes derecho a dirigir tu tiempo; y es importante hacer uso de este derecho para mantener la autonomía y el control sobre tu propia vida.

Aparte de la justicia que uno hace consigo mismo al momento de poner límites, también es más justo con los demás ser sincero y admitir cuando realmente no quieres, no puedes o no sabes hacer algo. No ayuda a nadie comprometerse con tareas que luego terminan mal. De hecho, las personas que saben poner límites con sinceridad son considerados más confiables.

¿Qué se puede identificar como límite personal?

Los límites personales varían en cada persona, y es importante que las vayas identificando según tu personalidad y a través de tu experiencia de vida.

Existen límites muy obvios que están asegurados explícitamente desde nuestros derechos como humanos. El derecho a un trato digno, libre de insultos, desprecio o violencia, por ejemplo.

Sin embargo, hay otros límites que dependen más de la situación y de tu individualidad. Límites que son prácticamente lo que marca tu espacio personal, en un sentido emocional, físico, social, espiritual, y laboral.

Tipos de límites

Tus límites emocionales son las emociones propias que tú experimentas en determinado momento, que no necesitas justificar, sino que son lo que son en el momento que surgen.

Los límites físicos se refieren a tu derecho a un espacio propio y a consentir o no el contacto y cercanía que quieres permitir a otras personas. Por ejemplo, los niños que no quieren dar un beso para saludar a algún familiar de poca confianza, ponen un límite y es importante que sea respetado.

Los límites sociales definen nuestro derecho a elegir propios amigos, pasatiempos y actividades de ocio.

Los límites espirituales definen tu derecho a una vida espiritual o religiosa propia y que no te sean impuestas creencias con las cuales no te identificas.

¿Cómo podemos identificar cuáles son nuestros límites personales?

A veces no es tan obvio que no se han respetado tus límites personales. Muchas personas no están muy conectadas con sus propios límites y gustos, dado que durante mucho tiempo estuvieron demasiado orientados hacia las necesidades de otros y buscan complacer indiferenciadamente (por educación o cómo un mecanismo protector). Eso tiene como efecto que siguen llenando un baúl sin fondo, al no atenderse a sí mismos y depender constantemente de la aprobación de los demás.

En este sentido, hay algunos aspectos a tomar en cuenta para identificar límites personales:

  • ¿En qué situaciones te arrepentiste por haber dicho que sí? Tal vez no querías decepcionar a una amiga o pensabas que la otra persona se va a resentir contigo, pero al final, no te agradó nada la actividad, no lograste terminarla bien o te generó destiempo en tus prioridades personales.
  • Te das cuenta que te estás justificando por algo que no has hecho o que te están confundiendo: Por ejemplo, cuando hay celos de parte de la pareja, quien pide que se exponga a cualquier medio de comunicación para verificar mensajes o fotos sospechosos.
  • ¿Hay actividades o compromisos regulares, que realizas más por dar gusto a otra persona, pero cada que piensas en ello te genera molestia? Si existen compromisos semanales o mensuales donde solo acudes para que tu pareja o un amigo/a no se resiente, no vas a aportar nada ahí tampoco. Es más justo con todos los involucrados, no participar o solamente con la frecuencia que para ti resultaría aceptable.

Porque se nos hace tan difícil poner límites

Si poner límites aporta tanto a nuestro bienestar… ¿Por qué se nos hace tan difícil? Obviamente el límite implica un “no”, y el “no” significa que alguien se puede sentir decepcionado o que puedes quedar mal, lo que a muchas personas les cuesta muchísimo tolerar. Pensamos que, cuando otra persona está enojada o resentida con nosotros, debe ser porque hemos hecho algo malo, aunque no necesariamente es así.

Que tus límites sean respetados, lamentablemente, aún depende mucho de factores étnicos, económicos, de género y culturales. Por ejemplo, socialmente es más aceptado que un hombre ponga un límite, a que lo haga una mujer, de la cual aún se espera que sea “la buena” que complazca. En culturas individualistas como la norteamericana es muy común y respetado poner límites, a cambio de culturas más colectivistas, como las sudamericanas, donde el bien del grupo siempre va por encima del bien del individuo. Tu recelo o dificultad para poner límites puede estar ligado a estas condiciones.

Cómo superar el miedo a poner límites

Lo interesante es que, en la mayoría de los casos, la otra persona te comprende y agradece tu honestidad y es importante practicarlo para hacer esta experiencia. Tienes que ver a los límites más como una guía importante para tus relaciones sociales.

En cuanto tu amigo/a, pareja, familiar o colega es alguien quien respeta tus límites y quién pone límites propios, cuentas con una persona en quien confiar, alguien quien no dependa de ti y quien se hace cargo de su propio bienestar. Personas que se resienten fácilmente ante tus límites pueden usar la culpa como una forma de manipulación.

Por eso es tan importante conocer los propios límites y saber porque elijo el “no” en una u otra situación, de tal forma que se puede comunicar con autenticidad y coherencia.

5 pasos para poner límites

Ten en cuenta estas pautas.

1. Conoce tus límites personales

Piensa en tu vida actual, piensa en cada ámbito (pareja, hijos, familiares, amigos, trabajo, espiritualidad, pasatiempos). Usa las preguntas de reflexión previamente compartidas en este artículo y detecta situaciones donde no fueron respetados tus límites o, al contrario, donde fuiste muy clara en comunicarlas. Si eso se te hace difícil, es momento de entrenar tus sentidos para conocer más sobre lo que tú realmente quieres.

3. Habla de ti

Cuando identificaste alguna situación específica y sabes que es tiempo de hablar y comunicar tu límite sigue las siguientes reglas: Habla únicamente de ti mismo/a, evita resentimientos o acusaciones. Comparte con la otra persona qué ves y qué sientes con eso.

Por ejemplo, con tu pareja: “Veo que te ilusiona que pasamos este feriado con tu familia, al mismo tiempo siento confusión porque no me preguntaste si yo también quería ir”.

3. Habla de lo que pides

Si te quedas con simplemente expresar tus sentimientos es como si votas el muerto a la otra persona. Es importante exponer con claridad qué esperas, qué pides o qué alternativas propones.

Por ejemplo: “Está bien que vayamos, pero la próxima vez quiero que me preguntas antes. Para mí es importante sentir que te importa mi opinión y que decidamos en conjunto”.

4. Ten en cuenta qué sentimientos negativos pueden seguir

A pesar de que comuniques con la mayor claridad tu punto de vista y uses las palabras más indicadas para poner un límite, existe la posibilidad de que la otra persona se resienta, se entristece o incluso rechaza tu propuesta y tal vez vas a sentir culpa.

De todas formas, ten en cuenta que siempre eres más justa/o al ser sincera/o. A largo plazo evitar el “no” para no caer mal o no hacer sentir mal a otra persona agrava la situación, porque no vas a poder aguantar una situación incómoda para siempre.

5. Sé constante y ten claro qué va a pasar si no se respetan tus límites

En cuanto tú estás segura sobre tu límite y lo has comunicado con claridad, lo más justo es, ser constante y no recaer en viejos patrones como suele pasar muy comúnmente y a pesar de que lo hablaron, sigue pasando lo mismo.

Ejemplo: Le pediste a tu pareja un tiempo de separación y cero contactos después de una situación de crisis, sin embargo, te sigue llamando e insistiendo en que se vean.

Al momento de ceder, aunque no quieres, no solo estarás más confundida tú, sino él/ella también. Aunque da pereza y es incómodo repetir el “no” y así ser aún más cortante, si sabes lo que quieres, sigue siendo más justo con todos al ser constante.

En caso de que tus límites simplemente no sean respetados, es muy importante que pienses en una consecuencia.

Por galuvi

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