Ser tu propio jefe podría ser la mejor razón que tengas cuando decidas emprender un negocio. Poder tener el trabajo soñado, ese que haga que no tengas que trabajar ni un día de tu vida.
Esa libertad de decidir qué hacer, cómo y dónde puede sonar perfecto, más aún si le sumas que conocerás a más gente y que tus ingresos se irán por las nubes. Pero si parece tan fácil ¿por qué pocos lo logran?
¿Qué implica ser tu propio jefe?
Ser tu propio jefe implica más allá que dejar de cumplir horarios trabajando por cuenta propia. Ser emprendedor es ser todos y ninguno a la vez. Jugar a ser contador, administrador y hasta el de sistemas, pero delegar muy en serio todo aquello que puede hacer alguien más.
Cuando decidimos emprender es porque nos enamoramos de una idea. Creemos que hemos tenido una verdadera revelación y que el mundo será un antes y un después con nuestro descubrimiento.
No importa si se trata de vender hamburguesas o de reinventar el sistema financiero, mi idea es LA IDEA. Y esto no es más que una visión acortada, un egoísmo exteriorizado que nos hace creer que sólo a nosotros se nos pudo ocurrir semejante descubrimiento.
Y es que centrarnos en la idea nos hace olvidar el por qué lo hacemos, la esencia que da origen a nuestra búsqueda por crear algo que puede ayudar y hacer felices a muchos.
El motivo por el cual te dediques con tanta pasión a tu emprendimiento puede ser la clave para que sea un éxito
El motivo por el cual te dediques con tanta pasión a tu emprendimiento puede ser la clave para que sea un éxito o una anécdota más en tu vida. Los clientes no compran lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. Tu motivación puede ser inclusive la razón por la cual te elijan sobre tu competencia.
Tu idea puede transformarse y transformarse hasta convertirse en el producto innovador que la humanidad estaba esperando (o no), pero tus motivaciones, esas no te las copia ni tu mayor competidor. Esa es tu esencia. Ese es tu espíritu emprendedor.
Emprender no es sencillo. No basta con un poco de inspiración y una palmada en la espalda. Pero hacerlo tampoco resulta imposible.
Rodéate de otros emprendedores, asesórate, arriésgate y sé prudente. Insiste, insiste y no desistas. Y si un día olvidas tu por qué, empieza por preguntarte el motivo por el que cada mañana te levantas para trabajar en tu propio negocio.